
Nacemos, crecemos, estudiamos, disfrutamos, adquirimos compromisos financieros, nos reproducimos, adquirimos más compromisos financieros y sigue nuestro maravilloso ciclo de vida, que día a día nos lleva a todos, sin excepción alguna, a tomar decisiones financieras que pueden influir de manera trascendente en la calidad de vida que anhelamos tener en nuestro futuro, por eso se habla de un margen de riesgo, cuando estamos al frente de situaciones que apremian pero que debemos actuar y decidir con cabeza fría y, con presupuesto en mano cuando tienen que ver con nuestras finanzas, ósea, casi siempre… y más aún cuando tenemos que evaluar nuestra capacidad de endeudamiento, que en diferentes ocasiones nos puede llevar a abstenernos de adquirir nuevos bienes, disminuir nuestro consumo, entre otras alternativas para optimizar nuestros recursos.
Seguramente, a lo largo de nuestra vida, hemos acudido a la deuda, a través de un préstamo o una tarjeta de crédito, con el fin de satisfacer nuestras necesidades o de poder invertir en nuestros sueños como emprendedores, deudas que esperamos ir pagando en el transcurso del tiempo acordado con nuestros ingresos mensuales o con los resultados de dicha inversión, de hecho este es un método que usan las empresas en tiempos de inversión de infraestructura, nuevos proyectos, entre otros, como por ejemplo en tiempos de crisis para solventar sus operaciones y seguir creciendo, claro está, arriesgando su estabilidad, pero como todo, por ahí dicen que el no arriesga, no gana. Y sí, probablemente la deuda puede ser una estrategia positiva para seguir promoviendo nuestros sueños, cuando le damos un óptimo manejo… pero cuando no, pueden comenzar los dolores de cabeza, así como se ha evidenciado en los últimos años, sobre todo desde que comenzó la pandemia, a través de este tiempo muchas empresas, personas naturales y aún muchos países tuvieron que acudir a fuentes de financiamiento para sostenerse mientras gran parte de la economía a nivel mundial estaba prácticamente detenida. Uno de esos casos, lo tenemos muy cerca, más de lo que pensamos, nuestro país, quien en medio de la crisis tuvo que acudir a la famosa Deuda Externa ¿La han escuchado? ¿Qué tanto conocen de esta situación en nuestro país? Ya veremos.
Es por ello, que hoy ahondaremos en las profundidades de este término que ha dado mucho de qué hablar, como, por ejemplo, parte de la famosa reforma tributaria y la docena de huevos a $1.800 que causó tanta revolución en las calles, la cual estaba justificada en poder solventar la deuda externa. Bueno comencemos, por definir qué es la deuda externa… Se refiere a las obligaciones que adquiere un país con acreedores que residen en el exterior, como entidades bancarias, otros gobiernos, u organismos internacionales como el fondo monetario internacional y el banco interamericano de desarrollo. Y como todo, tiene su clasificación, por una parte del ring tenemos la Deuda Pública (Deuda del estado) y por la otra parte del ring tenemos la de Deuda Privada (deuda de instituciones financieras), si, así como lo leen, en la deuda externa también están inmersas las entidades financieras privadas.
En la actualidad, según cifras del Banco de la República, la deuda externa creció en 8,3% en el último año, alcanzando una cifra de un poco más del 51% del Producto Interno Bruto… ¿Qué significa esto? ¿Vamos a morir? No, por supuesto que no, eso traduce que el País está endeudado en un poco más del 50% de lo que produce anualmente… – No lo entiendo, ¿me lo explican mejor? Por supuesto, eso quiere decir que si el país produce en valores monetarios $1000 cop anuales, su deuda actual es aproximadamente de un poco más de $500 cop.

Muchos se preguntarán… ¿Cuándo nos endeudamos tanto, que no lo percibimos? Así tal cual, como cuando llega el extracto de la tarjeta y te asustas con la cuota mínima a pagar, ¡cuando es que gastamos tanto dinero que no nos damos cuenta! Bueno aquí hay una verdad y es que la deuda en nuestro país, no se debe simplemente a la pandemia, esto solo ha sido la cereza del pastel, la deuda en nuestro país procede desde años atrás, a mediados del 2014 cuando la guerra de precios del petróleo se desató y hemos visto como un barril de petróleo (una de las principales fuentes de ingreso en nuestro país) pasó de tener un valor estimado de $120 dólares a $39 dólares… una caída que impacta fuertemente cualquier economía, y aunque en la actualidad el precio se ha incrementado alcanzando una cifra de los $70 dólares, no sigue siendo lo mismo… el caso, es que situaciones como estas conllevan a tener que acudir ante la deuda externa, pero ¡Esperen! Ese no fue el inicio, si nos vamos un poquito más atrás… a eso de los años 80, la crisis de la deuda latinoamericana también tiene mucho que ver, y si seguimos aún más allá…Podemos incluso llegar hasta los tiempos de la independencia, donde según nos relata el libro “Colombia y la deuda externa” del economista José Antonio Ocampo, los países latinoamericanos acudían a créditos con bancas ingleses para financiar las guerras de independencia… ¿Qué tiempos no? Con esto, podemos darnos cuenta que la deuda externa, no es algo nuevo para nuestro país, de hecho, para ninguna economía a nivel mundial.
Ahora bien, retomando un poco nuestra realidad actual ¿Qué tan buenos o malos son estos indicadores? A simple vista, podríamos deducir que sus porcentajes demuestran una situación delicada a nivel financiero, no obstante, tenemos que mirar otros factores, como la planeación de pago de la deuda, la capacidad de producción de nuestro país, y la evolución a corto, mediano y largo plazo de nuestra economía. Además, es importante resaltar que esta situación no solo se evidencia en nuestra sociedad, otras economías como la de Estados Unidos, China y Japón, también presentan las cifras más altas de la historia, llegando a sobrepasar según bbc news, más del 100% de su PIB.
Por supuesto que entre más deuda externa exista, y entre más siga creciendo, sobre todo en nuestra economía y de acuerdo al manejo de nuestras finanzas públicas (allá arriba donde todos sabemos) podemos evidenciar muchas falencias, por ejemplo, el tener que optar por recortar el presupuesto al gasto público, si, la disminución de la inversión social y la contribución a diferentes áreas que promueven la economía, como la tecnología (que por cierto tenemos cierto revuelo a nivel nacional en los últimos días por un tema financiero) la contribución al deporte, el apoyo a los emprendedores y por supuesto el apoyo a la educación, que si bien es cierto, una sociedad educada, si que puede influir positivamente en nuestro país, y todo esto… ¿para qué? Para poder cumplir con los acuerdos de la deuda externa.

Lo cierto es que la deuda, no puede desaparecer como por arte de magia, lo ideal es contribuir a su disminución, y esto no es de uno, dos o tres años, esto conlleva de un tiempo prudente en el que sobre todo desde los cargos responsables se pueda apoyar en poder cumplir con la deuda externa por supuesto, pero sin dejar de apoyar equitativamente las áreas que promueven nuestra economía, y, sobre todo, sin generar terror a nuestros bolsillos, porque eso si que es otro cuento.
Así que, para concluir con este tiempo, lo mejor es que podamos actuar inteligentemente ante nuestras responsabilidades financieras y que de nuestro propio caso trabajemos en sanar nuestras finanzas, para poder obtener libertad y no depender las situaciones externas que no podemos controlar.